186. Era obvio que el flanco más demagógico a través del cual detractores atacarían a Pedro Pablo Kuczynski sería el del pasaporte norteamericano.
Apenas apareciera a comienzos de año un artículo al respecto firmado por Mario Ghibelini en el popular suplemento Somos me apresuré en advertirle sobre esa realidad.
PPK -con base en la experiencia de Alberto Fujimori quien había ocultado una segunda nacionalidad (japonesa) para luego evadir la justicia peruana usándola- hizo la promesa de que no ejercería la presidencia sin haber renunciado a la ciudadanía norteamericana, la misma que había obtenido como muchas peruanas y peruanos -que no dejan de querer un ápice a Perú- en el curso de su desenvolvimiento profesional.
Cuando fue inminente que podría pasar a la segunda vuelta, PPK inició el proceso formal de renuncia que debería concluir puntualmente antes de una eventual asumción de mando en julio.
Como nos consta a todas y todos, PPK no obstante ser el candidato presidencial más sabio, más honesto y más capaz no logró por muy poco estar en el run-off de junio.
Por tanto no es más que cuadriculado y llanamente mezquino el reclamo con que se desgañitan interesadamente algunos a sabiendas de que Pedro Pablo -no habiendo sido elegido- ha interrumpido el referido proceso de renuncia para facilitar sus viajes internacionales como cualquiera de nuestras paisanas y paisanos que cuentan con un segundo pasaporte.